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Pronunciamiento 28 de marzo de 2024. Decimotercer aniversario del MPJD
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Pronunciamiento 28 de marzo de 2024. Decimotercer aniversario del MPJD

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[…] México sigue soñando

pesadillas, contra los muros, exhausto,

sin aliento.

 

Versos finales de “Contra los Muros”, poema de David Huerta leído hace 13 años, el 8 de mayo de 2011, cuando el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad llegó a la Plaza de la Constitución en Ciudad de México.

                                                       

 

Hoy, hace 13 años, el asesinato de siete personas en Morelos dio nacimiento al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Desde entonces, no hemos dejado de repetir cada año las mismas críticas, los mismos diagnósticos, las mismas exigencias y las mismas propuestas.

 

Esta labor ha sido agotadora, desesperanzadora y, sobre todo, dolorosa. Agotadora porque no hemos dejado de hablar al vacío; desesperanzadora, porque el efecto de nuestras palabras y acciones no alcanza para pensar que la crisis terminará; dolorosa, porque la sangre continúa inundando el país con más asesinatos, más desapariciones, más fosas clandestinas, más extorsiones, una impunidad casi absoluta y, especialmente, porque las familias de las víctimas permanecen en el abandono.

 

Una vez más, México perdió un sexenio encabezado por un traidor indolente e incapaz de ver más allá de sus intereses personales y de partido. Si acaso hay algo bueno que decir de él, es que ha confirmado que todos los partidos políticos en México, incluido el suyo, son negocios oscuros de camarillas criminales, cuya única preocupación es conseguir votos para seguir administrando el infierno que crearon y que sexenio tras sexenio ahondan.

 

Las próximas elecciones no auguran otra cosa. La candidata del partido en el poder se limita a repetir por la tarde lo que el presidente pronuncia en la mañana. Ella carece de un diagnóstico claro de la realidad y, por lo mismo, de agenda propia. Lo único que heredará, de llegar al poder, serán los nexos con el crimen, el discurso populista y la actitud autoritaria y autócrata de López Obrador.

 

La otra candidata, la de la mal llamada oposición, representa a los partidos que convirtieron este país en una enorme fosa común; nada de lo que haga o diga borrará los vínculos y negocios que crearon con muchos de los personajes más nefastos de la clase política y de los poderes fácticos.

El tercer candidato carece de seriedad. Es el rostro de la improvisación infantil de un partido sin coherencia ideológica, sin bases sociales y con una lógica tan depredadora y criminal como la de sus contrincantes.

 

Ellas y él, como cada fin de sexenio, utilizan a las víctimas como armas políticas para deslegitimar a sus adversarios, mientras que en los estados gobernados por sus partidos se extienden y profundizan la violencia, la inseguridad, la impunidad y el miedo. Donde quiera que volvamos el rostro, esa historia es la misma.

 

En 2012 y en 2018, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad llamó a abrir canales de diálogo con quienes aspiraban a llegar a la presidencia, con el objetivo de aportar ideas para detener la guerra y sus dolorosas consecuencias. Esta vez no lo haremos. ¿Qué podemos decir que no hayamos ya dicho? ¿Qué podemos esperar de las candidatas y el candidato que no sea el desprecio y la traición cuando lleguen al poder? Ese ha sido su accionar: condescender y abjurar.

 

Valoramos y reconocemos los esfuerzos que otros grupos están haciendo para alcanzar acuerdos respecto a los temas de la pacificación del país, pero también les advertimos que, gane quien gane, traicionará de nuevo. Es el sino de un Estado capturado y corrompido por la lógica del crimen.

 

En 2011, salimos de este lugar con la consigna de “Estamos hasta la madre”. Trece años después, la consigna sigue en pie, sólo que ahora más gente comprende que las soluciones a los problemas del país no vendrán de los partidos políticos ni de líderes enceguecidos de mesianismo. Por esta razón, gran parte de nosotras y nosotros no iremos a las urnas. No tenemos el gusto de convalidar ineptos y criminales.

 

En contraste con esa torpe idea de que la participación política se limita al negocio de las elecciones, tenemos todavía un alto y complejo sentido de lo que la democracia y el amor por nuestros semejantes significan. Nos mantenemos y nos mantendremos resistiendo en las márgenes junto con la reserva moral del país, junto con los pilares de la dignidad que nos han abrazado desde hace trece años.

 

 

 

Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

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